Domingo 28 de Octubre de 2018
San Judas Tadeo (Apóstol).

Primera Lectura Jeremías 31:7-9
Salmo 126:1-6
Segunda Lectura Hebreos 5:1-6
Evangelio según Marcos 10:46-52
Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! »Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.»Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
Reflexión de un Laico.
Entre tanto ruido de quienes lo querían callar, El Maestro escucho y se detuvo para atender al ciego. Me recuerda cuantos hombres gritan por un auxilio y no son atendidos, pobres, inmigrantes, enfermos, familias en condiciones precarias, jóvenes sin empleo, el hambre, muchos han sido victimas de los que abusan del poder. Nadie elije vivir en estas condiciones, Jesús siempre se detendrá por quienes sufren, no deja a nadie solo. La Misión de nosotros como Madre Iglesia siempre sera atender la comunidad y la necesidad de nuestros hermanos, aunque sea compartir algo pequeño pero nuestra misión es dar también una esperanza.
La Epístola a los Hebreos me hace recordar enseguida la frase del Sacerdote Jesuita Jorge Loring que mencionare en el siguiente párrafo; son ellos los sacerdotes llamados al servicio de los fieles, reconocen que ellos son llamados por Dios para servir sin olvidar su fragilidad humana. Mas aun sirven a la comunidad recordándonos que Cristo esta en medio de nosotros por medio de los Sacramentos como la Confesión y Eucaristía.
“Yo no puedo perdonar. Estoy deseando perdonar, que para eso me he hecho sacerdote: para perdonar pecados. Es el mayor servicio que le puedo hacer a mi prójimo. Pero si le pido al ladrón que restituya, y él puede restituir, y no quiere restituir, yo no puedo perdonar”. – Jorge Loring